Una de las cosas que más me preocupan es dejar todo bien atado a nivel tecnológico. Evidentemente, no soy imprescindible, pero hay cosas que siempre he llevado yo y, en mi ausencia, podrían suponer dificultades para mi familia. Sin duda, serán dificultades salvables, pero, ¿por qué no facilitar las cosas?
Además soy un poco paranoico en cuanto a la seguridad informática.
En casa usamos varios ordenadores.
A pesar de tener todos estos ordenadores, lo cierto es que, cuando ya no esté, no tenemos un ordenador seguro donde tener acceso a ciertas cosas. Hasta ahora, el ordenador seguro era el mío.
Ni el portátil de Carmen ni el de David son realmente adecuados para este propósito, puesto que están dedicados y controlados por terceros (su trabajo y su colegio, respectivamente). El ordenador de sobremesa de David, lo utiliza para todo, desde juegos hasta para probar todo tipo de programas. No es la primera vez que lo ha reinstalado desde cero. Y me parece perfecto, porque así, experimentando, es como se aprenden las cosas. Pero claro, este no es un ordenador seguro donde pueda dejarles nada importante.
Mi ordenador principal, está muy ajustado a mis necesidades, lo que significa que es inviable usarlo tal y como está. Podría reutilizar este ordenador, pero de momento, aún lo necesito.
En resumen, he decidido comprar un MiniPC, cuya única función será ofrecer acceso a ciertas cosas. Una vez configurado, no instalaremos nada más en él ni se utilizará para ningún otro propósito.
Le he instalado dos discos: en uno Windows 11; en el otro Ubuntu. Se puede arrancar el ordenador con cualquiera de los dos. La idea es que, incluso si en el futuro alguno de los discos fallara, aún tendrían a los mismos datos desde el otro. La otra razón de usar tanto Windows como Linux el la misma: si por alguna razón uno de los sistemas se corrompiera, siempre se podría recurrir al otro.
Algunas de las cosas que estarán en este ordenador: